Clarín - Deportivo

El chico que entró a la elite entre prejuicios y ahora es admirado

- Sabrina Faija sfaija@clarin.com

Lewis Hamilton no entró a la Fórmula 1 pidiendo permiso. El inglés enfrentó los prejuicios de aquellos que creyeron desubicada su presencia en un deporte dominado por los blancos y donde nunca antes había habido un piloto negro.

Y no tardó en cambiar con resultados las críticas por elogios: fue subcampeón en su primera temporada, se coronó como el campeón más joven de la historia, con 23 años, y ahora se convirtió en el más ganador de Grandes Premios al superar el increíble récord de 91 victorias que Michael Schumacher tenía desde 2006.

Pero no se quedará ahí porque cada año hace tambalear el pedestal del heptacampe­ón. Suma seis títulos y el séptimo está encaminado a sus competitiv­os 35 años.

Su aventura comenzó hace 14 temporadas cuando se subió a un McLaren para acompañar al por entonces bicampeón del mundo, Fernando Alonso. La tarea no era sencilla pues cada día a Hamilton le remarcaban que era el segundo piloto del equipo. Incluso en el GP de Mónaco denunció que desde boxes le ordenaron que no fuera tan rápido para que la victoria quedara en manos del español.

En la prueba siguiente, en Canadá, ganó y volvió a hacerlo otras tres veces por lo que al final de su primera temporada acabó con la misma cantidad de triunfos (cuatro) y unidades (109) -mejor puntuación para un debutante- que Alonso y a apenas uno del campeón Kimi Raikkonen, dueño del último título de Ferrari.

Al año siguiente, mientras Alonso deambulaba en el quinto puesto del campeonato, Hamilton se convertía en el campeón tras una lucha hasta el final con la Ferrari de Felipe Massa.

El año pasado reconoció que ese primer par de años en la Fórmula 1 fueron muy difíciles. “Me penalizaro­n mucho sin tener culpa. Ocurrían cosas extrañas, la gente hacía cualquier cosa para evitar que tuviera éxito”, reveló en el programa A fondo. Las temporadas que siguieron tampoco fueron fáciles: más abandonos que victorias en 2009 y 2010 y lejos de la pelea cuando la F 1 era dominada por Sebastian Vettel y su Red Bull.

En 2013 llegó a Mercedes para reemplazar a Michael Schumacher y demostró que la butaca no le quedaría grande. Pese a que su primera victoria se demoró diez carreras en llegar, en el Gran Premio de Hungría, en su segunda temporada, ganó el título.

Lo repitió en 2015 y eso lo llevó a una tirante relación con Nico Rosberg, ganador del siguiente campeonato con sólo cinco puntos de ventaja.

Con el retiro del alemán y Valtteri Bottas como nuevo compañero, Hamilton recuperó la tranquilid­ad y arrasó en las temporadas que siguieron: nueve triunfos en 2017 y 11 en 2018 y 2019 sumando otros tres títulos.

La leyenda se agigantó en 2020, con ocho Grandes Premios ganados en 12 pruebas para transforma­rse en el piloto más vencedor de la historia superando aquella marca que parecía imposible de alcanzar primero y de superar después.

A lo largo de 262 carreras, entre las seis temporadas con McLaren y las ocho con Mercedes, dio cátedra en los circuitos de la Fórmula 1. Y ayer hizo historia grande en el automovili­smo mundial. Pero atención que irá por más: el heptacampe­onato lo espera a la vuelta de la esquina.

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AFP Grande, hijo. Anthony saluda a Lewis. Emoción de los Hamilton.

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