Más que el rival, Boca fue su propio enemigo
De punta a punta, River se lo ganó a Boca. Hoy, cuando quedan sólo seis fechas para terminar el campeonato, River es mejor que Boca, es un buen equipo, pero todavía no es un gran
equipo. Si lo fuera, hubiera goleado a Boca. Antes del gol de Alario, lo tuvo dos veces en definiciones de Fernández y de Driussi. Y cuando ya estaba 20 y Boca era pura desorientación, también tenía servido al adversario pero no fue a buscarlo con la convicción de quien quiere ganar y además entrar en la historia. Se conformó con la ventaja y como Batalla le dio otra vida a Boca, tuvo que “trabajar” hasta que Gago regaló el tercero.
Hasta el último partido, Gallardo jugaba con Martínez a la derecha, para que aprovechara su perfil al cerrarse; con Fernández delante de Ponzio y Rojas a la iquierda. Ayer cambió; puso al Pity casi como un wing, cerró a Rojas y abrió a Nacho a la derecha. Bingo táctico: le rodeó la salida a Gago-Pérez, tuvo alternativa con Nacho y explosión con el Pity. Tuvo suerte
Gallardo: lo que pensó, lo resolvieron bien los jugadores. Fue fácil paraRiver, porque del otro lado no hubo respuestas. Pensó Guillermo que con dos puntas podía hacerle daño a River, por eso hizo entrar a Bou por el prematuramente lesionado Centurión. Le salió mal. Bou-Benedetto chocaron y el equipo perdió uno de los laterales para hacer diferencia. Pavón lo consiguió alguna vez en el uno-contra uno con Moreira, no fue tan eficaz cuando enfrentó a Mayada, relevo temprano de Casco. Como Peruzzi jugó muy mal, poco podía esperarse por su lado; Fabra estuvo cotenido por la presencia de Fernández y con el partido en estado avanzado, el ingreso de Auzqui por Alario directamente fue un muro para sus intentos por la banda. En ese contexto, Boca no supo qué hacer. Guillermo hizo un cambio obligado; el otro fue el ingreso de Barrios, acaso más indicado que Bou para entrar por Centurión. Por características y por búsqueda que implicaba la entrada de uno o de otro. El técnico se guardó la tercera modificación. El desastre individual y colectivo de los jugadores en el campo, tuvo poco auxilio desde el banco.
Hubo una notable diferencia de jerarquía. Tal vez por el momento que transitan unos y otros futbolistas, pero también porque hay evidencias de que algunos son como son y no serán de otra manera. Alario es crack hasta cuando está parado esperando que empiece el partido; Driussi tiene una picardía, una pimienta, una “maldad” futbolera parecida a la de Pavón, pero hoy le salen casi todas y al de Boca le salen pocas. Ya resulta intolerable la calidad intrascendente de Bentancur, que Gago no ofrezca soluciones en la adversidad, que Bou tome malas decisiones, que Benedetto pretenda resolver solo. Entre Vergini e Insaurralde todavía no definen quien sale y quien se queda; Peruzzi irrita por sus errores conceptuales que nadie corrige. Fabra no marca, pero los laterales colombianos nunca marcan. Boca defendió mal, no supo crear juego porque no sabe si quiere crear juego y llegar al desequilibrio por posesión o por pelotazo para Bou- Pavón. Cuando su tribuna asistía al descalabro, el insólito gol de Gago abrió esperanzas. Se esperaba eso de la garra, la camiseta, la historia... A veces sucede el milagro pero la mayoría de las veces, si no hay fútbol, es imposible.