Microcirugía urbana en el corazón público de una manzana
En Barcelona, un proyecto urbano reconfigura el interior informal de un conjunto de viviendas sociales y propone un equipamiento público envuelto en una piel vegetal.
Hace seis años, en 2014, cuando el Ayuntamiento de Barcelona convocó a un concurso para planificar el paisaje del pulmón interior de una manzana triangular en el Barrio Turó de la Peira, la arquitecta Anna Noguera hizo una lista de las condiciones del concurso: revitalizar un entorno urbano duro y desolado, y diseñar una instalación deportiva con pileta cubierta climatizada y cancha cubierta multipropósito.
El proyecto del estudio catalán que ella lidera ganó el primer premio porque logró una integración paisajística integral utilizando el edificio como ancla del conjunto. El jurado destacó que el proyecto creaba “un edificio verde singular en un bloque urbano interior y su compromiso con la sustentabilidad y el respeto por el medio ambiente”.
Está claro que, visto el problema, los objetivos que se trazaron los arquitectos del estudio fueron los correctos. La propuesta que ya luce terminada en el lugar, deja ver sus virtudes: regeneración urbana mediante la incorporación de “infraestructura verde” e integración del edificio deportivo como si fuera un elemento más del jardín.
A estas premisas urbanas, el estudio le sumó una “naturalización“de los interiores del edificio mediante una suerte de segunda piel verde que se hace presente al recorrer la construcción por fuera y por dentro.
Turó de la Peira es un barrio barcelonés que se caracteriza por la abundancia de viviendas sociales de alta densidad y bajo costo, construidas en la década del 60. “Es un distrito con falta de áreas verdes y escasez de instalaciones públicas”, explican desde el estudio.
Antes de la intervención, el interior de la manzana triangular era una suma de espacios residuales, los fondos de los edificios. “Había una cancha deportiva escondida entre edificios vecinos, un grupo de instalaciones