La Vanguardia

Paparazzi de lo LEJANO

Una foto de los Alpes desde el Canigó, captada por un grupo de aficionado­s, bate la marca de fotografía lejana

- BÀRBARA JULBE Girona

El despertado­r sonó a las cuatro de la madrugada. Era el 13 de julio pasado. Un día y una hora muy calculados. Sin perder tiempo, Mark Bret, Jordi Solé y Juanjo Díaz de Argandoña salieron del refugio de Cortalets, situado a los pies del Canigó, y se encaramaro­n hasta la cima. “Nos lo vamos a perder; rápido, rápido...”. En dos horas tenían que llegar a la cumbre, justo antes de que el resplandor del sol hiciese su aparición; y una a vez allí, aguardar y disparar. Y así fue. Vieron salir el astro a las 6h 15m 41s por detrás de los Alpes. La distancia entre ambas montañas es de 381 kilómetros, insalvable para la vista humana, pero con un teleobjeti­vo acoplado a una cámara lograron captar el relieve montañoso de la cordillera alpina cortando la silueta del disco solar. Un conjunto de circunstan­cias meteorológ­icas excepciona­les tienen que concurrir para hacer realidad un avistamien­to de este tipo. De ahí su importanci­a, aunque no es la única: la instantáne­a, según los expertos en la materia, ha batido el récord de fotografía lejana.

“Fue una combinació­n de planificac­ión y buena suerte”, detalla Mark, de quien surgió la idea

DISTANCIA ENTRE MONTAÑAS Un total de 381 kilómetros separan la cordillera alpina y el pico del Canigó

LA MARCA ANTERIO R El récord previo era el McKinley (EE.UU.) desde el pico Sanford, a 366 kilómetros

de llevar a cabo la aventura. Naturalist­a, aficionado a la montaña y especializ­ado en este tipo de fotografía­s, hacía meses que buscaba el lugar exacto para hacer realidad su sueño.

Cuando era pequeño su abuela le explicó que desde el Tibidabo se podía ver Mallorca. “Pensé que se trataba de una leyenda urbana o un rumor”, confiesa. Hasta que un día, por casualidad, desde un mirador del Garraf divisó la sierra de Tramuntana en la isla balear. “Me entusiasmé mucho y empecé a buscar informació­n por internet. Entre las imágenes de observacio­nes distantes que encontré, descubrí la que hasta entonces era la marca más lejana y me propuse superarla”.

Estudió varios puntos orográfico­s y se dio cuenta de que unos días al año la cordillera de los Alpes intercepta­ba el tránsito del sol, con lo que desde el Canigó, situado a 2.784 metros en el Pirineo oriental, se podía sobrepasar el récord de los 366 kilómetros que retrata la cima del monte McKinley desde el pico Sanford, en Alaska. Escogió una de las cumbres alpinas, la Tête de l’Estrop, de 2.962 metros y a 381 kilómetros, ejecutó más cálculos y ensayos con simuladore­s virtuales de panoramas y concluyó que, dos meses después, al amanecer del 13 o 14 de julio, sería visible desde el pico pirenaico.

Para poder capturar la cima de

A LA BÚS QUEDA DEL DÍA La fecha y la hora fueron verificada­s con simuladore­s virtuales de panoramas

AMIGOS POR INTERNET Los miembros de la expedición se conocieron a través de webs sobre el tema

una montaña desde otra ubicada a centenares de kilómetros, además de que no se levante ningún manchón de neblina, son necesarios varios condiciona­ntes atmosféric­os: “Principalm­ente, cielo sereno con muy buena transparen­cia de la atmósfera, que se da cuando hay baja humedad y baja concentrac­ión de partículas en suspensión. En Catalunya correspond­e a situacione­s de viento fuerte de poniente o mistral, o bien vientos encalmados a primera hora de la mañana y con buena transparen­cia”, detalla Jerónimo Lorente, catedrátic­o de Física de la Atmósfera del departamen­to de Astronomía y Meteorolog­ía de la Universita­t de Barcelona.

Además, al contrario de lo que ocurre normalment­e, la temperatur­a del aire más cercano al suelo debe estar más baja que la del ai- re a más altura. “Este proceso se denomina inversión térmica y provoca que los rayos de luz del sol, en lugar de ir en línea recta, se tuerzan. Al curvarse puede verse lo que hay detrás del horizonte. De esta forma, las imágenes se ven por encima de donde realmente están; de otro modo quedarían escondidas por la curvatura terrestre. Este fenómeno es conocido como Fata Morgana”, aclara el profesor del departamen­to de Física de la Universita­t Autònoma de Barcelona del grupo de Óptica Francesc Pi.

Popular por su instantáne­a de los Pirineos vistos desde el pico Peñagolosa en Castellón (289 kilómetros), el valenciano Juanjo Díaz de Argandoña, ingeniero y también fotógrafo de escenas distantes, que actualment­e reside en Madrid, se sumó en seguida a la tarea de esclarecer el momento clave del evento solar a partir de una herramient­a gráfica-matemática diseñada por él (un simulador que permite visualizar virtualmen­te el recorrido del sol detrás de elementos del paisaje). Con Mark se conocieron a través de webs y blogs sobre el tema; igual que con el andorrano Jordi Solé, quien además de alpinista (ha ascendido los Alpes, los Andes o el Himalaya) también es un fotógrafo experto en imágenes de montaña. Una de sus instantáne­as más famosas es la del perfil de Collserola desde Andorra (140 kilómetros), en la que consiguió capturar unas luces del Puig Major en Mallorca. A él le comunicaro­n el reto en tan sólo una semana de antelación pero se apuntó sin pensárselo dos veces. Otro miembro que tenía que acompa-

CONDICIONE­S ATMOS FÉRICAS Cielo sereno y baja humedad son algunos requisitos para poder ver el fenómeno OTRAS CIMAS Entre los azimuts fotografia­dos, hay la Tête de Chabrière y Puy de la Sèche

ñarles era Marcos Molina, fotógrafo profesiona­l de Mallorca y especialis­ta en composicio­nes panorámica­s (entre ellas, Montserrat o la sierra del Cadí desde la sierra de Tramuntana, esta última a 290 kilómetros), pero un imprevisto le impidió acudir.

Ya a los pies del Canigó, durante las comprobaci­ones, estalló la alegría. Los azimuts (puntos más altos) de la imagen coincidían con los de la cordillera alpina de la Alta Provenza. El sol, sin embargo, había salido más a la izquierda, por los picos vecinos de la Tête de Chabrière (2.745 metros, 381 kilómetros) y Puy de la Sèche (2.820 metros, 380 kilómetros), aunque a la misma distancia que la Tête de l’Estrop. Al día siguiente quisieron intentarlo de nuevo para lograr esta otra cima, pero el mal tiempo les obligó a desistir. “Tantas cumbres alpinas retratadas en un fin de semana habrían sido demasiadas”, ironiza Mark, que junto con sus compañeros ya prepara nuevos retos, en los que la paciencia, la perservera­ncia y la pasión, sin duda, se dan la mano.

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JORDI SOLÉ
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